El humo de los sahumerios mezclado con los destellos de luz de las decenas de velas colocadas en el piso y sobre la mesita daban al ambiente un aspecto teatral, el disco de Tchaikovsky, puesto a todo volumen, estaba casi llegando a su fin y sobre la mesa, sostenida por una vela con olor a jazmín, la infaltable nota... magnífico escenario para una muerte (no) anunciada.